“(…)
era ciudadano libre de Roma. Lo único que eso significaba
era que había nacido en un tugurio, seguía viviendo en un tugurio
y, salvo en los momentos en que la irracionalidad me dominaba,
suponía que moriría en un tugurio.”
“Si
no me quedaba más remedio que perder a la encantadora dama con la
que soñaba, las mujeres sin principios ya podían hacer lo que
quisieran conmigo.”
“Para
ellos Vespasiano era un don nadie. Sus excelentes dotes de mando
carecían de significado, tanto como los cuarenta años de servicio
que había prestado a Roma. No tenía dinero ni antepasados ilustres.
No se puede permitir que quienes sólo posean talento alcancen las
más altas cotas. Si así ocurre, ¿qué posibilidades tendrían los
chapuceros y los mediocres de la flor y la nata?”
“Britania,
donde, mires donde mires, el maldito clima logra darte un bofetón…”
“El
ex cónsul Marcelo era escandalosamente rico; el acceso a su villa
vesubiana daba tiempo de sobra a las visitas para poner expresión de
envidia antes de presentar sus respetos.”
“Claro
que podría haberle dicho que ocurre todos los días. Las mujeres
que creen que se las saben todas suelen arrojarse a los
brazos de traidores cuyo sentido del compromiso dura tanto como la
sonrisa bribona que acaba de meterlas en la cama… A diferencia de
Helena Justina, la mayoría de las mujeres se perdonan a sí mismas.”
“El
goce que les producía su propia estupidez era todo un espectáculo.”
“La
mayor parte de mi trabajo se realiza en solitario, pero es bueno
saber que una vez cumplida la tarea podría volver a casa y
encontrarme con alguien que se burlara gustosamente de mí si
mostraba la menor propensión hacia la jactancia. Sería bueno
regresar junto a alguien que me echara de menos si no volvía a
casa.”
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