23 de noviembre de 2005

Fin de semana en Cazorla


El pasado finde mi socio y yo nos fuimos a disfrutar de 3 de las 5 noches en Paradores que teníamos de regalo por nuestra unión fiscal. El elegido fue el Parador de Cazorla que, como su nombre indica está en el mismo corazón de la Sierra antes mencionada, y al que se tarda en llegar mucho desde cualquier parte, incluso desde Cazorla Town.



El Parador estuvo bien, así, a secas, en un sitio increíblemente increíble, pero ni mal ni bien, ya lo compararé con el de Jarandilla de la Vera que es nuestro próximo destino en Diciembre. Pero lo que es la Sierra es una maravilla y si te paras a meterte por alguna de las rutas de senderismo y te adentras pa dentro (y parriba, diganselo a mis gemelos), más maravilla.



El tiempo tuvo a bien acompañarnos en su mejor versión, ni frío ni caló, ni lluvia ni nieve, sólo un poco de niebla y viento huracanado en Cazorla Town.



Lo peor del viaje: las pilas de la cámara digital y su memoria no descargada; el cansancio horroroso del sábado por la mala información tanto del personal del parador como de la ruta en sí pispa ("Esta ruta es de 3 horas ida y vuelta", no, sir, es de 3 horas ida y 3 horas vuelta). Más de 7 horas de subidas y bajadas, de abandonos y retos imposibles, de cargar con todo mi ser y de separación momentánea honrosa y soledad en la bajada. Y el salón del Parador, el primer día aparecía acogedor y cómodo, pero cuando fuimos a usarlo el segundo día estaba lleno de gritos de niños, de gente jugando a las cartas y ocupando los mejores lugares... en definitiva, una hora perdida sin poder ni leer, ni descansar.


Lo mejor: El sitio. La Sierra en sí. Una sierra enorme y extremadamente bonita. Una lagrimilla nos calló cuando, camino de Cortijos Nuevos, pasamos por tramos en los que algunos trabajadores intentaban despejar las zonas devastadas por el incendio de este verano. La ruta del nacimiento del río Borosa una aunténtica maravilla, un poco larga y agotadora (véase el párrafo anterior) y muy mal señalizada, como para perderse o perder los nervios sin saber cuánto te queda de subida angustiosa (por el cansancio, vaya). El ciervo que vimos nada más empezar a andar el primer día que parecía contratado por el parador para nuestro disfrute.


En resumen y a la espera de más ocurrencias, gracias a los "regaladores", el finde ha merecido la pena y mucho.



Padiesha

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