Por si alguien de mi entorno más o menos cercano aún no se ha enterado, efectivamente, hemos estado en Roma de vacaciones.
Aprovechando las "Meivakantie" de Jaime nos hemos ido a visitar a "La Grande Bellezza". Me refiero a Andrea, claro, estupenda amiga, infatigable profesora de la guardería de Jaime de nuestra época valenciana y que vive, desde hace unos meses, en los alrededores de Roma, o lo que es lo mismo, a dos horas en servicio público desde el centro un domingo por la tarde (basado en un hecho real) .
Y, de paso, hemos hecho algo de turismo, sólo un poco.
Como buenos turistas de clase media lo primero que hicimos, una vez confirmado el viaje, fue adquirir dos guías de Roma, una de ellas dedicada a los niños. Dos gastos innecesarios.
Lo segundo, buscar un buen B&B, baratito y céntrico. Finalmente reservamos en un hotel de dos estrellas, "Okapi Rooms". Precio razonable, localización perfecta (a 100 pasos mal contados de la Piazza del Popolo), habitación bonita, limpia y cómoda, personal agradable y buen servicio. Lo único mejorable (aparte de la wifi) fue el desayuno pero, como éste es opcional y no lo sirven ellos sino un bar cercano, se les puede perdonar.
Así que llegamos a Roma, y a una hora estupenda para no dar el viernes por perdido. No lo pensamos demasiado y nos fuimos a dar nuestro primer paseo juntos por Roma.
El ímpetu de Jaime nos obligó a subir hasta lo más alto de la plaza y, desde allí, las vistas eran envidiables. Roma, 2 de mayo de 2014. |
Y tras la Piazza di Spagna, tocaba la visita a uno de los monumentos más visitados de la ciudad. Y de cerrar una herida (siento ser tan trágica, pero es que el trauma fue tremendo). Hace 24 años, en abril de 1990 (hase ná y meno), visité Roma por primera vez con mis compañeros del Instituto Santo Domingo. El viaje fue inolvidable, espectacular, etc. etc. Pero la Fontana di Trevi y, atención, ¡La Capilla Sixtina! (para ser justo, sólo El Juicio Final), estaban cubiertos por restauración. Que no los pude ver, vaya. Y ese trauma había que superarlo.
Esta última foto fue todo un logro. Parece que no hay nadie a nuestro alrededor y que posamos tranquilamente. Lo cierto es que cuando llegamos a la plaza la fuente estaba tomada, literalmente, por cientos de turistas que, gracias a Neptuno, huyeron despavoridos cuando comenzó a llover. Fue entonces cuando aprovechamos y tomamos posiciones más decentes. Luego llovió un poco más y decidimos huir nosotros también en busca de cobijo y de algún sitio en el que cenar. Como buenos guiris desorientados, nos adentramos en un infame restaurante donde nos sirvieron tarde y mal, donde la comida no estuvo a la altura de las ganas de comer comida italiana en Italia que teníamos y donde nos estafaron con el precio. Cosas que pasan.
Nos volvimos después al hotel, paseando por la Via del Corso y guardando fuerzas para el sábado, que nos esperaban el Coliseo, el Palatino y el Foro, ahí es nada.
(Por cierto, entrada número ¡¡¡400!!!)
(Por cierto, entrada número ¡¡¡400!!!)
¡Guau! ¡Cuatrocientas entradas! Ya ves, entre una cosa y otra, van sumando. Qué chulas las fotos de la Fontana, y qué suerte que lloviera, inconveniente del que viviendo donde vivís ya estaréis vacunados... Espero con ilusión la siguiente jornada romana.
ResponderEliminar400!?!??!?!?! WOW!!!!!!!!!!!!! Eeeenhorabuena rubia por TODO lo que tu blog significa/implica :D A constancia no hay quien te pueda
ResponderEliminarVaya fotos más bonitas! Parecen de libro de guía de Roma. Y Carlos sigue diciendo que escribes maravillosamente bien
ResponderEliminarY yo también lo pienso, por supuesto!
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