En nuestro afán por sacarle al día hasta la
última gota, a eso de las 23.00 horas todos, o casi todos, los días (con permiso
del sueño, del blog de Sergio o de Tiempo de Juego, antes Carrusel) nos metemos en la
cama con el portátil y nos hartamos de ver series.
Con este formato de espectadores desde la cama nos hemos visto ya varias
temporadas de House M.D.,
de The IT Crowd, de The Office, todas las de Dexter y de The
Sopranos, las que pudimos aguantar de Six
feet under (vamos A dos metros bajo tierra), que tuve que terminar de ver yo
solita a horas más tempestivas y que nos podíamos haber ahorrado, la verdad...
En definitiva, que intentamos aprovechar que se están haciendo en estos años
las mejores series para televisión, con guiones excelentes e interpretaciones
memorables.
Ahora estamos viendo Treme.
Ambientada en Nueva Orleans en los meses después al desastre del Katrina,
vemos distintos personajes intentando sobrevivir a semejante catástrofe en la
que se perdieron vidas, casas, negocios, trabajos y, sobre todo, formas de
vivir, tradiciones y cultura, mucha cultura. Y los guionistas no se andan con
rodeos y dejan bien claro que el tercer mundo puede aparecer a la vuelta de la
esquina, más aún si los que deberían de encargarse de solucionar el problema se
comportan como verdaderos inútiles. Y todo eso en los Estados Unidos del siglo
XXI.
Y hablando de Nueva Orleans, de la serie y de estilos de vida, nos
tropezamos con un personaje que nos llamó mucho la atención, sobre todo por el
desconocimiento. Se trata del “Big Chief” o el Gran Jefe, un tipo que intenta
desde el primer capítulo reunir a su “tribu” para poder seguir preparando el
desfile del “Mardi Gras” a la vez que va confeccionando su disfraz de Jefe
Indio. Totalmente descolocada me puse a investigar… vamos a buscar información
por internet…
Pues los indios del “Mardi Gras” son una tradición en la ciudad. Copiado de
alguna manera y en algún momento de los indios nativos americanos, mezclando
parte de la tradición africana de las máscaras de plumas, los cánticos
tribales, la música etc. inventan sus propias canciones y desfilan, aparte del
desfile oficial y lleno de turistas, por las calles de Nueva Orleans. Cada
tribu tiene su zona, su barrio y los encuentros con otras tribus son motivos de
competición, antes violentas y hoy, felizmente, limitadas a disputas que tienen
más que ver con la estética: los mejores vestidos, las mejores canciones…
Esta curiosa tradición pudo ser el
resultado de la unión, hace más de un siglo, de dos pueblos que lucharon
históricamente en Estados Unidos por los mismos motivos: la libertad de sus
pueblos, el fin de la esclavitud y de la dominación de los blancos.
En definitiva, una costumbre muy curiosa y original, pero bastante
localista y exagerada (los trajes pueden llegar a costar miles de dólares) y
que merecería la pena poder disfrutar en persona. Y es que lo máximo que he
podido ver han sido algunos vídeos en el Youtube y, bueno, me recordaban a las
ilegales del Carnaval de Cádiz… Ya lo sé, pero esas son las asociaciones que yo
suelo hacer…